1.
Nos vamos a apoyar en otro hombre
notable, Umberto Eco, y su obra póstuma “A hombros de Gigantes”.
Este libro fue publicado en Milán en 2017, por la Nave de
Teseo Editore, al año siguiente del fallecimiento Umberto Eco. Traducido al
español en 2018 por Lumen.
Esta obra póstuma reúne las conferencias que Eco dio entre
2001 y 2015 en el Festival Cultural denominado la Milanesiana. La primera de
esas lecciones o conferencias en 2001 la tituló “A hombros de Gigantes” que ha
dado título, por los editores, al libro recientemente aparecido.
Confiesa Eco que la historia de los enanos y los gigantes
siempre le ha fascinado, y que tiene que ver con las relaciones, no siempre
fáciles, entre padres e hijos.
Para ver desde arriba el juicio universal, es mejor subirse a
hombros de los antepasados. En este sentido, subraya la aportación de los
clásicos a la contemporaneidad y a la misión del intelectual.
“Nosotros somos como enanos que están a hombros de gigantes,
de modo que podemos ver más lejos que ellos, no tanto por nuestra estatura o
nuestra agudeza visual, sino porque, al estar sobre sus hombros, estamos más
altos que ellos”.
Con su gran erudición Eco nos ilustra que esta metáfora, muchas
veces repetida, fue utilizada quizás por primera vez, por Bernardo de Chartres,
en el siglo XII, en relación con aprender a escribir bien y no copiar.
Muchos autores han utilizado este aforismo y llega hasta
Ortega y Gasset, en su ensayo “En torno a Galileo” en donde el autor español,
refiriéndose a la sucesión de generaciones, señala que los hombres están “unos
sobre hombros de los otros, y el que está más arriba tienen la impresión de
dominar a los otros, pero al mismo tiempo debería darse cuenta de que es su
prisionero”.
Fue, pues, una intuición llamar Premio Gigante del Espíritu
al que creamos en el año 2008, al cumplirse los 30 años de nuestro Instituto Intercultural
para la Autogestión y la Acción Comunal (INAUCO) y los 25 de nuestra revista
RIDAA.
2. Primera reflexión, José Luis Abellán
en sus trabajos sobre El Quijote, ha subrayado la nota del eramismo y la
influencia de la obra de Erasmo, “Elogio de la locura”, en Cervantes, en donde
hay una exaltación de la demencia como causa de felicidad. “Las cosas como son
en la realidad y el concepto que de ellas nos formamos”. No podemos olvidar que
El Quijote es, en buena medida, las aventuras de un ser un tanto alucinado,
pero que, como afirmaba el hijo del Caballero del Verde Gabán, Don Quijote es
un entrevenado de loco, lleno de lúcidos intervalos” y una culminación, al
final de su vida, de retorno a la cordura.
José Luís Abellán señala como notas de El Quijote el
antijerarquismo, el anticlericalismo, la solidaridad, el universalismo, la
justicia y la libertad.
“No olvidemos que El Quijote es la Biblia española, y no
olvidemos que, de algún modo, todo ser de España se encuentra allí
involucrado”. Por ello las claves del pensamiento español son la igualdad y la
superación por el esfuerzo. Recordemos lo dicho por Don Quijote: “sábete,
Sancho, que no es un hombre más que otro sino hace más que otro”.
Recordemos que Unamuno, en su célebre soneto “La Sangre del
Espíritu”, ya afirmaba que El Quijote era el Evangelio que Dios nos dio.
Aunque volveremos sobre El Quijote, hemos de valorar que, en
la gigantesca obra de José Luís Abellán, hay otras muchas aportaciones.
Precisamente su tesis doctoral fue sobre “Miguel de Unamuno, a la luz de la
psicología”. José Luis tiene esa formación de psicólogo en los origines de su
conocimiento y creo que esto define muy bien la naturaleza de su obra.
Debemos tener presente
así mismo, su atención a América y al exilio español en aquellas tierras:
“Filosofía española en América”, “La idea de América”, “El exilio de 1939” (6
volúmenes).
Hay que destacar su monumental “Historia critica del
pensamiento español” (7 volúmenes). Una obra verdaderamente titánica y
referencia obligada para cualquier estudioso. Como constitucionalista, me ha
sido especialmente útil el cuarto volumen sobre “Liberalismo y Romanticismo” en
dónde afirma que a partir de los liberales de 1812, se alcanza un verdadero
desarrollo de la conciencia nacional, coadyuvado también por la Guerra de
Independencia de aquellos años.
3.
Una
segunda reflexión es su presencia en el Consejo Español de Estudios
Iberoamericanos, (CEEIB)
Integrado por instituciones, él tenía un papel destacado como uno de los
pocos miembros individuales. En la Asamblea del Consejo de 1997, celebrada en
Almagro, en la Mancha, hablamos de Don Quijote y América y, junto a las
conferencias de Manuel Lizcano y Claudio Esteva, yo mismo expuse el tema sobre
el quijotismo coral en nuestra América, ensamblado con el profético. Fue
testigo de aquella sesión memorable.
Por ello, cuando decidimos celebrar el II Congreso
Internacional América-Europa, sobre los Valores de El Quijote, en Villanueva de
los Infantes, Campo de Montiel, primeros paisajes manchegos de las primeras
andanzas y aventuras quijotescas, el invitado de honor tenía que ser José Luís
Abellán, que impartió la conferencia de clausura de aquel Congreso, en torno a
los valores de El Quijote.
Debo decir que en el número 70 de la Revista Iberoamericana
de Autogestión y Acción Comunal (RIDAA) del INAUCO, en otoño de 2017, que
reunió las ponencias más destacadas de aquel Congreso, debía figurar, en un lugar
de honor, el texto de José Luís Abellán. Y entre sus llamativas y lúcidas
conclusiones, se encuentra en que los valores fundamentales de la obra
quijotesca son la moderación y el equilibrio –vulnerados, casi sistemáticamente
por Don Quijote- y la importancia de la naturaleza como paradigma de todo lo
bueno. Ahora bien, además de ese clamor por la justicia, la libertad y la
igualdad, tan presente y vivo en la obra quijotesca, hay también múltiples de esos
intervalos lúcidos en los que se recurre al sentido común y la sabiduría, así
en tanta sintonía y entendimiento entre Don Quijote y Sancho – y la
quijotización de éste-, en los consejos que el primero le da a Sancho para
ejercer sabiamente el papel de gobernador de la Ínsula Barataria. Y en
especial, al final de la vida de Don Quijote, en ese retorno a la cordura, reconociendo
la calidad de Sancho, merecedor de gobernar no una ínsula, sino un reino, si él
se lo pudiera dar.
También nos recuerda nuestro premiado, que Cervantes siempre
tuvo la pasión de América y el deseo de marchar a ella, aunque no lo
consiguiera. Tal vez, por ello, titulé la presentación de este número de
nuestra revista con el título “La filosofía de El Quijote y el descubrimiento de
América”, recordando el título de un artículo de otro gigante americano, el
uruguayo José Enrique Rodó, escrito con motivo del III centenario de la muerte
de Cervantes en 1916 y publicado en 1917, el mismo año del fallecimiento de
Rodó.
José Luís Abellán afirmará al final de este artículo que
citamos de RIDAA, que en esta obra se encuentran valores compartidos, a favor
de la paz, el bien y la felicidad entre todos los hombres.
4. Por ello es que hemos tenido la
suerte y la dicha de subirnos sobre los hombros de José Luís y de su sabiduría
para ver más lejos y que nos iluminara el camino.
Y por ello hoy es, para mí, José Luís, amigo y maestro, uno
de los días más hermosos de mi vida, por poder hacerte este reconocimiento y
decirte ¡gracias! por tanto que nos has dado, desde tu amistad y tu bondad
hasta tu conocimiento espectacular. Y quiero decírtelo al final, con un texto
que me envió hace tiempo un alumno querido, y que luego me han indicado que
puede ser apócrifo, pero que suena con una melodía y una música tan quijotesca,
como tienen las obras universales que contagian a todos sus entornos e incluso
trascienden de sus textos originarios.
“Hoy es el día más hermoso de nuestra vida –dice Don Quijote–
, querido Sancho (querido José Luís); los obstáculos más grandes, nuestras
propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a
nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la
mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más
peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena
conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre todo, la
disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que
estén”.
Por ello mereces, José Luís, esta Paloma, símbolo de nuestro
instituto y símbolo de tu condición de Gigante del Espíritu.